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Al asumir la dirección de las relaciones exteriores hube de aprovechar la coyuntura que ofrecía el saludo de estilo a las Cancillerías hermanas para insinuar a la de Nicaragua el anhelo de ver resueltos sus problemas internos por la mediación de los demás Gobiernos centroamericanos, interesados directamente en el prestigio de las instituciones que nos rigen y en el afianzamiento de una paz digna y estable.

Entonces se iniciaba en Nicaragua lucha de partidos, y el momento era propicio a la esperanza de un avenimiento.

Fracasó aquel intento fraternal; y los hechos sangrientos han seguido ensombreciendo el horizonte de Centro América. Esos tristes acontecimientos, que tanta gravedad entrañan, quizás hubieran podido evitarse con la mediación de los Gobiernos hermanos, animados del deseo de ver a Nicaragua libre de todas sus peligrosas conmociones.

Así,  en terminos de lealtad y de franqueza, queda explicado aquel acto inicial de mis labores ministeriales.

Cuántos males se habrían evitado, sí Centroamérica hubiera reconocido como un postulado de su política exterior el no obrar aislada ni separadamente en el examen y resolución de problemas que afecten el interés común de los cinco Estados!

Los servicios que se prestan en el Ministerio de Relaciones Exteriores son, por su índole especial, de naturaleza técnica.

No pueden ser confiados sino a quienes estén capacitados para esas labores. De ahi la necesidad de dividir la Secretaría en varias Secciones, destinadas, cada una,  a moverse en esfera propia de acción y a impulsar en conjunto el complicado mecanismo de las relaciones exteriores, que no significan, como creen muchos profanos, vulgar intercambio de notas de ritual, sino celo esmerado por prestigiar el país y dar a conocerlo en sus variados aspectos.