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Por honrosa designación del señor Presidente de la República, Teniente Coronel don Oscar Osorio, asumí la Cancillería con fecha 9 de diciembre de 1954 y en mi propósito de corresponder dignamente a la confianza en mi depositada por nuestro Mandatario, he procurado que mi actuación se desarrolle dentro de los lineamientos de su magnífico programa de Gobierno.

Durante el período a que me vengo refiriendo, he contado con la entusiasta o inteligente colaboración del señor Subsecretario, doctor Carlos Azúcar Chávez, como también con la eficacia y solicitud de los demás funcionarios y personal de la Cancillería.

Consciente de la responsabilidad que implica un Ramo de suyo delicado, como lo es el de Relaciones Exteriores, las distintas gestiones que se ha creído conveniente llevar a cabo en el campo de la política internacional y particularmente inter-centroamericana, han sido objeto previamente de cuidadoso y detenido estudio.

En el lapso mencionado, el Gobierno de El Salvador, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y habida cuenta del panorama político centroamericano, al reintegrarse Guatemala al seno de la Organización de Estados Centroamericanos, no escatimó esfuerzo alguno para proseguir su loable empeño en aras de la Patria Grande. Compenetrado de la necesidad de encauzar por los senderos propicios la vida de aquel Organismo Regional y mediante el decidido concurso de los respectivos Cancilleres del Itsmo, con el consiguiente respaldo de sus gobernantes, se logró realizar la Primera Reunión Ordinaria de Ministros de Relaciones Exteriores que se verificó en Antigua Guatemala del 17 al 24 de agosto del presente año, de cuyas sesiones surgieron. Oficina Centroamericana y la designación del Secretario General de la Organzación, que, en circunstancias por vosotros conocidas, recayó en la persona de un salvadoreño.

Las relaciones de El Salvador con los demás países latinoamericanos han venido fortaleciéndose cada vez más y puede decirse que esta es una saludable consecuencia de la política ya arraigada entre los mismos, de buen entendimiento y de mutua cooperación para la solución de los distintos y comunes problemas que confronta nuestra América.

Otro factor importante en el incremento de estas relaciones ha sido sin duda la celebración de eventos interamericanos de diversa índole, que han propiciado el frecuente contacto de altos funcionarios públicos de estos países.